Las camelias cautivas a hombres y
mujeres alrededor del mundo. Son hermosas, delicadas y un arbusto
infaltable en cualquier jardín. Pero para conocerlas más es importante
saber de dónde vienen. Es por ello que en nuestro post de hoy hablaremos
un poco de su historia.
A finales del siglo XVII, los navegantes
europeos la descubrieron en el sudeste asiático. La camelia, una planta
de flores tan delicadas fue confinada por mucho tiempo a los
invernaderos como algo demasiado frágil para formar parte de la vida
cotidiana.
Su belleza y porte es evocadora de paisajes brumosos y heroínas que mueren de tisis. Pero a pesar de ello, la camelia es, un arbusto fuerte y muy fácil de cultivar. Es utilizado esepcialmente útil en terrazas, patios y pequeños jardines de ciudad.
Mil años antes de Cristo la Camellia sinensis era ya venerada en todo el sudeste asiático, su hábitat de origen, pues con sus hojas se elaboraba una bebida muy apreciada: el té. Asimismo, las semillas de algunas especies como la C. oleifera contienen un aceite de gran calidad usado en China y Japón para la elaboración de productos comésticos y medicinales.
Como ocurrió con otras plantas, su expansión se debió a los monjes budistas que la llevaron consigo en sus viajes. Sin embargo, la llamada Rosa de China no se conoción en Occidente hasta que a finales del siglo XVII los barcos de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales cargaron en sus bodegas algunos ejemplares.
En 1735 Linneo empezó a denominarla Camellia como homenaje póstumo al jesuita Georg Joseph Kamel, muerto en Filipinas. También, hacia esta misma época, los portugueses la introdujeron en Galicia donde en algunos pazos se conservan todavía esas viejas camelias convertidas hoy en impresionantes árboles centenarios.
Y es que la tibia humedad del clima atlántico unida a la acidez del suelo gallego ofrecen las condiciones óptimas para su desarrollo.
En el resto de la península en una planta ideal para terrazas, patios y en general para jardines pequeños donde la propia vegetación le proporciona ese microclima de humedad y protección que la camelia necesita.
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